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Cuéntanos sobre tu proyecto LABERINT.

 

Fue uno de esos proyectos que surge de casualidad. Estaba en Atenas para grabar “Marathonas”, que ha de ser una película de la crisis Europea, pero quizás desde un punto de vista no tanto económico o político, sino cultural. Me interesaba el agotamiento de todas esas ideas o valores que han conformado una cierta narrativa de Europa, fuera esta narrativa más o menos cierta o directamente un relato construido… el colapso del humanismo, de la ilustración, de una cierta fe en el progreso de la historia, la bancarrota de una cierta “alta cultura”… La idea era hablar de todo ello desde la Atenas actual y de algunas personas que me iba encontrando en el día a día… y desde ahí si, abrir una cierta distancia, proyectar todo sobre el horizonte de esa cultura europea que parece estar en un momento límite de su historia. Pero, en definitiva, no me interesaba todo ello no desde una perspectiva museística, de los grandes relatos, sino buscando los restos de cultura viva, encarnada, que llevaban dentro de sí todas esas personas. En medio de todo ello conocí, también de casualidad, a algunos músicos de Atenas, que es una ciudad musicalmente muy viva, sobre todo en lo que se refiere a lo que podríamos llamar música tradicional o, mejor, música modal o música modal contemporánea. Es una escena muy conectada con la tradición musical turca y desde ahí muy abierta a las tradiciones musicales de Oriente Medio, Asia menor… todo ello conforma, en cierta manera, un relato alternativo al relato oficial de una Grecia que es origen de Europa y parece siempre estar exclusivamente orientada hacia ésta.Y bueno, hubo gente en ese ambiente que me empezó a hablar de Ross Daly, un músico irlandés que lleva viviendo desde los años 70 en Grecia y que creó los “Labyrinth Musical Workshop”, unos seminarios que reúnen en Creta a maestros de música modal tanto de oriente como de occidente, y que tienen buena parte de culpa en el resurgir de este tipo de músicas.

Fue muy interesante conocer la visión que tiene Ross de la música, que tiene un discurso increíblemente elaborado y que a veces recuerda en actitud a cierto tipo de filosofía o mística islámica, sobre todo en su radical humildad en su idea de lo que es un artista o un creador… pues bien, resultó que justo llegar de vuelta a Barcelona se celebraba la primera edición de los “Labyrinth Musical Workshop” en Catalunya, otra casualidad. Y ahí empezó todo. La idea es crear un Laberinto fílmico, hecho de la yuxtaposición de planos de diferentes lugares del mediterráneo, creando, a través del montaje, una especie de ciudad de ciudades que ponga en continuidad y contacto a diversas tradiciones, que represente esa permeabilidad que ha habido siempre en esa zona del mediterráneo. Esto, teniendo en cuenta la actual deriva de Europa, es casi un discurso “contracultural”. También me interesa asomarme a ese “otro lado” que habita en este tipo de músicas. 

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